lunes, 18 de febrero de 2013

María caminaba por allí

En la noche caminaba con presuroso andar, una joven delicada de piel rosada y aire de reina. Tenía miedo pues la calle no prestaba la suficiente iluminación para que la nena sintiera un poco de seguridad.
Era bella, como bello su vestido de floreadas salidas rojas como las flores del verano con sus múltiples pétalos al aire. Se escuchaba amplificado por la quietud y silencio de la calle, el pasito de la joven que calzaba unas bonitas botas cafés.
"Quiero estar en mi casa", pensaba  asustada ante las pocas cuadras que le quedaban por andar. "Sólo un poco más y llego. Tranquilízate María, la calle está sola". Así pensaba la joven para tranquilizarse. Y todo iba muy bien, hasta que una mano le tocó el hombro.
"¡Santo dios!", gritó María alzando los brazos y con un salto que removió su mismísimo corazón. Escuchó en seguida unas risas que caían una tras otra de la boca de Ulises, un muchacho que vivía cerca de su casa, de piel morena y ojos negros, un poco más alto que ella, pero de menor edad.
"¿Quieres parar de reír?, casi se me sale el corazón del pecho por tu tierna bromita", María tenía las manos en la cintura y un aire de indignación en su linda y sonrosada carita.
Ulises sonrió, "es peligroso que vayas sola por la calle a estas horas, mujer. Déjame acompañarte".
"Está bien, pero sólo porque... porque sí".
Y juntos anduvieron unas cuadras más.
La compañía de otra persona siempre puede ser útil, así María no estuvo sola en la oscuridad, siendo ella tan linda como era, cualquier cosa le podría pasar. Ulises solo la miraba, escuchaba sus quejas del ballet y sonreía.

Por Aouda Frog

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